Bison momificado de 36,000 años revelado por mineros en Alaska congelado

March 4, 2025

Durante la fiebre del oro de Alaska, los mineros a menudo descubrieron reliquias sorprendentes del pasado mientras buscaban fortuna. Como usaban chorros de agua de alta presión para lavar el limo congelado en busca del oro, ocasionalmente tropezaban con los restos momificados de las criaturas prehistóricas. Sin embargo, tales descubrimientos a menudo se consideraban meros obstáculos en su búsqueda de riqueza, lo que llevó a muchos mineros a descartar estos restos antiguos sin pensarlo mucho. Fue solo en raras ocasiones que alguien reconoció su importancia y los llamó la atención de los científicos. Un evento extraordinario ocurrió en julio de 1979, cuando un minero que trabajaba cerca de Fairbanks hizo un descubrimiento inesperado y notable.

Mientras excavaba el permafrost, el minero notó un par de pies de bisonte que sobresalían torpemente del lodo. A diferencia de muchos antes que él, no simplemente dejó de lado el hallazgo, sino que alertó a otros, revelando involuntariamente uno de los especímenes de edad de hielo mejor conservados jamás encontrados. Los restos pronto se identificaron como pertenecientes a un bisonte de estepa momificado (Bison Priscus), una especie que deambulaba por América del Norte durante la época del Pleistoceno. Los científicos estimaron que el bisonte había muerto hace unos 36,000 años. Su piel había adquirido un brillo azul metálico distintivo debido a una reacción química con los minerales circundantes, lo que lo ganó el apodo de “Nena azul”.

Los mineros, emocionados por su descubrimiento, inicialmente adoptaron un enfoque poco convencional para examinar su hallazgo: cortaron un pedazo del cuello del bisonte e intentaron cocinarlo y comerlo. Desafortunadamente, el sabor pútrido de la carne los disuadió rápidamente de consumir más porciones. Sin embargo, este paso en falso inicial no impidió que el bisonte se estudiara adecuadamente. Reconociendo la posible importancia científica del hallazgo, los mineros contactaron a expertos de la Universidad de Alaska. El paleontólogo Russell Dale Guthrie pronto fue enviado para examinar el espécimen.

Guthrie y su equipo rápidamente se dieron cuenta de que Blue Babe era una ventana increíble a la Edad de Hielo. Los restos estaban en un estado excepcional de preservación, con cuernos intactos, piel e incluso genitales masculinos, lo que ayudó a determinar su sexo y madurez. El estado bien conservado del cadáver se debió en gran medida al terreno congelado en el que había sido enterrado. Sin embargo, las condiciones heladas también hicieron que la excavación fuera particularmente desafiante. El equipo tuvo que trabajar cuidadosamente para extraer la muestra al tiempo que garantiza un deterioro mínimo de la exposición a temperaturas más cálidas. Una vez eliminado, Blue Babe se estudió meticulosamente, proporcionando información valiosa sobre el entorno prehistórico de la Edad de Hielo Alaska y las criaturas que alguna vez deambularon su vasta tundra.

El análisis del cuerpo de Blue Babe reveló evidencia de depredación. Marcas en la piel del bisonte sugirieron que probablemente había sido atacado por un gran depredador de la edad de hielo, posiblemente un león americano o un paquete de lobos. Las heridas y el posicionamiento del cadáver indicaron que el animal había sido asesinado y posteriormente congelado en su lugar, preservándolo durante milenios. A través de un estudio adicional, los investigadores obtuvieron información importante sobre la dieta, el hábitat y el comportamiento del bisonte de la estepa, arrojando luz sobre su papel en el antiguo ecosistema.

Hoy, Blue Babe sigue siendo uno de los especímenes más famosos de la Edad de Hielo jamás descubierto en Alaska. Después de una cuidadosa preservación, se exhibió en el Museo de la Universidad de Alaska, donde los visitantes pueden maravillarse con esta increíble reliquia de una vez. El descubrimiento de Blue Babe sirve como un testimonio de la naturaleza impredecible del descubrimiento científico, recordándonos que incluso en la búsqueda del oro, algunos tesoros no vienen en forma de metales preciosos sino en vislumbres de la antigua historia de la Tierra.