La maldición de Tutankamón: ¿Se está desvelando el misterio detrás de las muertes de los involucrados y la verdad oculta?
Algunos arqueólogos, ignorando las advertencias sobre la terrible maldición que se cernía sobre la momia del faraón más joven del antiguo Egipto, cometieron el acto “sacrílico” de perturbar el ataúd de Tutankamón. Muchas de estas personas murieron misteriosamente y la verdadera causa sigue siendo controvertida.
El arqueólogo Howard Carter hizo un descubrimiento impactante sobre la tumba del faraón Tutankamón en 1922.
La tumba del faraón Tutankamón fue descubierta en 1922 por Howard Carter y su equipo de arqueólogos. El número de muertes misteriosas tras la apertura del ataúd de Tutankamón se revela en el documental “Top 10 Secrets and Mysteries” transmitido por Netflix.
“La mayoría de las muertes pueden explicarse médicamente, pero seis de las 12 personas presentes en la apertura del ataúd de Tutankamón murieron misteriosamente y aún no pueden explicarse”, cita Express el documento.
Todos estos casos murieron de formas misteriosas y desafortunadas, incluidos asesinatos, suicidios y accidentes.
Muertes y accidentes misteriosos.
George Herbert, quinto conde de Carnarvon y patrocinador financiero de la excavación de la tumba de Tutankamón
George Herbert, quinto conde de Carnarvon y financista de la excavación de la tumba de Tutankamón, fue el primero en morir misteriosamente. Herbert murió el 4 de mayo de 1923, tras entrar en la tumba. El quinto conde de Carnarvon murió por envenenamiento de la sangre, como resultado de una infección por la picadura de un mosquito. Algunos informes incluso decían que cuando Herbert murió, todas las luces de su casa se apagaron misteriosamente.
George Jay Gould I, un financiero estadounidense, enfermó repentinamente de fiebre después de una visita a la tumba de Tutankamón en 1923. Unos meses más tarde, murió de neumonía.
Archibald Douglas-Reid, que tomó radiografías de la momia del faraón Tutankamón, enfermó poco después de entrar en la tumba y murió el 15 de enero de 1924 a causa de una misteriosa enfermedad.
Los primeros en “perturbar” la tumba del faraón más joven del antiguo Egipto
Más dramático fue el caso de Hugh Evelyn-White, un egiptólogo británico y uno de los primeros en entrar en la tumba de Tutankamón, quien se ahorcó en 1924. Dejó una nota escrita con sangre que decía: “Sucumbo a la maldición que obliga que desaparezca para siempre”.
El caso más aterrador fue el de Bruce Ingham. Howard Carter, el primer hombre que abrió el ataúd de Tutankamón, le dio un pisapapeles que se cree que es la mano de la momia y llevaba un brazalete que decía: “Quien toque mi cuerpo será maldecido”. Poco después de recibir el extraño regalo, la casa de Ingham se incendió. Mientras la reconstruían, la casa fue arrasada por una inundación.
En la tumba de Tutankamón se encontraron muchos objetos extraños.
¿La muerte de los “blasfemos” se debió a la maldición de Tutankamón?
Muchas muertes misteriosas o desastres que involucraron a personas involucradas en la excavación de la tumba de Tutankamón hicieron que mucha gente creyera en la maldición de Tutankamón.
Según National Geographic, se ha propuesto una teoría sobre la causa de la muerte de Herbert, sugiriendo que el quinto conde de Carnarvon murió por exposición a un antiguo patógeno escondido en el ataúd de Tutankamón.
“Las tumbas egipcias contienen no sólo momias, sino también muchas otras cosas, como carne, plantas o incluso frutas, que eran enterradas con los muertos cuando iban al más allá. Estas cosas atraen insectos, moho, bacterias, patógenos… y recordemos que duran miles de años”, afirma Jennifer Wegner, egiptóloga de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.).
Varios estudios han demostrado que algunas momias antiguas contenían moho, incluidas al menos dos especies altamente tóxicas, Aspergillus Niger y Aspergillus Flavus. Estos pueden causar reacciones alérgicas, como obstrucciones o sangrado en los pulmones, y son especialmente dañinos para las personas con sistemas inmunológicos debilitados.
Algunas de las paredes de la tumba también contenían bacterias que atacan el tracto respiratorio, como Pseudomonas o Staphylococcus.
Los objetos y las paredes de las tumbas antiguas suelen contener muchas bacterias y moho dañinos.
Los científicos también encontraron amoníaco, formaldehído y sulfuro de hidrógeno en el ataúd sellado. En concentraciones elevadas, pueden provocar ardor en los ojos y la nariz y síntomas de neumonía. Los casos graves pueden provocar la muerte.
Un descubrimiento en las tumbas egipcias fue que en su interior vivían muchos murciélagos. Los excrementos de los murciélagos también contienen hongos que pueden provocar enfermedades respiratorias.
En las condiciones adecuadas, las sustancias mencionadas anteriormente pueden ser letales.
Al abrir ataúdes, los arqueólogos rara vez usan máscaras o equipo de protección.
Según el egiptólogo Wegner, los arqueólogos rara vez usan máscaras al entrar en las tumbas, incluso cuando abren ataúdes.
“En los proyectos arqueológicos en los que he participado, normalmente no usamos máscaras ni otros equipos de protección. Si lo hacemos, es más para protegernos del polvo que de las bacterias o el moho”, afirma Wegner. Esta podría ser la razón por la que tantas personas contrajeron enfermedades y murieron misteriosamente. Además, los suicidios e incendios que se dice que están relacionados con la maldición de la momia podrían ser meras coincidencias.
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