Descubren un gigante de dos cabezas en la Patagonia
La presencia de gigantes está respaldada por varias pruebas y testimonios. Sin embargo, es posible que nunca antes hayas oído algo así. Déjame presentarte a Kap Dwa, un monstruo patagónico con dos cabezas y una altura de 3,5 metros. La historia de Kap Dwa es realmente increíble y casi irreal.
La narración comienza en 1673, cuando los marinos españoles capturaron a este enorme gigante de dos cabezas y lo mantuvieron cautivo hasta que lo mataron mientras intentaban huir. Después de estos sucesos, la narrativa se vuelve confusa e inconsistente, aunque supuestamente fue мuммιғιᴇᴅ y transportada a Londres en el siglo XIX.
El cuerpo de la madre de Kap Dwa fue descubierto en el puerto de Birnbeck en 1914. Permanecieron allí durante 45 años cuando Lord Thomas Howard lo compró en 1959. Si no confías en mí, debes saber que la colección de Gerber contiene las ruinas de Kap Dwa. El relato de Gerber sobre Kap Dwa, por otra parte, es un poco diferente. Kap Dwa, afirma, fue descubierto ᴅᴇᴀᴅ en la orilla.
La especie fue momificada por paraguayos, no por patagones, hasta que un inglés llamado George Bickle descubrió el cuerpo y lo trajo a Inglaterra. Para ser más concretos, un museo en Blackpool. Finalmente, el cuerpo fue devuelto a Baltimore.
Kap Dwa puede haber existido o no; en cualquier caso, te proporcionamos algunos datos al respecto, y depende de ti decidir si confiar o no en él.
Related Post
Cada 3 años, 8 jóvenes son secuestrados de un pueblo y se someten a sacrificio a un ser bestial
Los arqueólogos finalmente abrieron la tumba de 3.000 años de rey Solomon, ¡los artefactos en el interior revelan secretos horribles que podrían cambiar la historia!
¡Los 10 últimos descubrimientos arqueológicos en Egipto que han sacudido a los científicos de todo el mundo en 2025!
El misterio de la princesa Tisulsky: un sueño eterno en un ataúd de mármol
El avión de la Segunda Guerra Mundial desenterrado después de 70 años revela símbolos insinuando un pasado secreto
Susurros debajo del hielo: ¿podría la Antártida mantener rastros de una civilización perdida?