En 1974, Egipto tuvo que emitir un pasaporte para Ramsés II, 3,000 años después de su muerte.

May 30, 2024

En 1974, Egipto tuvo que expedir un pasaporte a Ramsés II, 3.000 años después de su muerte.

En 1974, se produjo un acontecimiento extraordinario cuando Ramsés II, el reputado faraón egipcio, se embarcó en un viaje al Museo del Lovre en París para realizar meticulosos esfuerzos de preservación y restauración. Esta iniciativa momentánea no estaba exenta de peculiaridades, ya que implicaba una curiosa necesidad burocrática: un pasaporte para el gobernante fallecido, fechado por la ley francesa de la época.

Ramsés II, una figura envuelta en los horrores de la historia, se vio lanzado al reino administrativo moderno tres milenios después de su fallecimiento. A pesar del enorme abismo de tiempo que separó su reino de la era contemporánea, el poder del faraón requirió documentación oficial para su viaje a Francia.

En 1974, Egipto tuvo que expedir un pasaporte a Ramsés II, 3.000 años después de su muerte.

El requisito surgió de una ley francesa peculiar de la época, que dictaba que todos los individuos, independientemente de su estado temporal, debían poseer un pasaporte válido para entrar al país. Así, Egipto, en un gesto notable que unió las costumbres aceptadas con las regulaciones modernas, consideró oportuno expedir un pasaporte a Ramsés II, demostrando el cumplimiento de los requisitos previos legales para su viaje.

Este notable incidente no sólo subraya el legado emergente de Ramsés II, pero también resalta la intersección de la historia actual con la burocracia contemporánea. Sirve como testimonio de la continua fascinación y reverencia que la humanidad tiene por las figuras igmáticas de la atiquidad, cuyos legados se reproducen a través del tiempo y el espacio.

Cuando Ramsés II se embarcó en su esperado viaje al Louvre, llevaba consigo no sólo el peso de su propio reino ilustre, sino también los ecos de una civilización atractiva que contribuye a cautivar e intrigar al mundo moderno. Su viaje, aunque tiene como objetivo la preservación y la restauración, simboliza la cooperación emergente entre el pasado y el presente, remipiéndonos el encanto atemporal de la histórica historia de Egipto.