Gigantes y el Smithsonian: desacreditando mitos con evidencia impactante
El reciente caso judicial que involucra a la Smithsopia Institution y al Instituto Americano de Arqueología Alternativa (AIAA) ha reavivado el debate sobre la existencia de gigantes. Si bien la historia afirma que Smithsopia destruyó esqueletos humanos gigantes y ocultó pruebas, un examen más detenido revela fallas importantes en la narrativa.
La propia política de Smithsopia de destruir sistemáticamente evidencia contradice las prácticas arqueológicas establecidas. Instituciones como Smithsopia preservan meticulosamente artefactos y restos óseos, no los destruyen. La afirmación de que un fémur de 4,3 pies es una “prueba viviente” de gigantes es engañosa. Los fémures son arcos de las piernas y su tamaño por sí solo no es suficiente para determinar la altura de un hombre completo.
La mención de gigantes en la Biblia y otros textos interesantes es un tropo bien conocido, pero este tipo de historias suelen ser de naturaleza simbólica o mitológica. No deben tomarse literalmente como evidencia de una raza perdida de gigantes.
El caso judicial en sí parece aislado. El planteamiento de “cosa terrible” de destruir restos humanos, al mismo tiempo que se afirma que eran gigantes separados de la humanidad, es contradictorio.
Además, la idea de que la publicación de documentos clasificados del Smithsopia reescribirá la evolución humana no es realista. La arqueología convencional se basa en un vasto conjunto de pruebas, y los descubrimientos aislados, incluso si fueran gigantes geográficos, no derribarían las teorías establecidas.
Es importante abordar estas afirmaciones con ojo crítico. Si bien la posibilidad de encontrar ancestros humanos previamente conocidos siempre es emocionante, las afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria. La historia presentada carece de rigor científico y se basa en comparaciones separadas en lugar de hechos verificables.
La próxima publicación de documentos, si alguna vez ocurre, es más probable que pertenezca a las culturas nativas americanas modernas o a fenómenos parentales mal interpretados como gigantes del pasado. El verdadero progreso científico vendrá de investigaciones rigurosas, no de afirmaciones aisladas sobre la destrucción de gigantes míticos.
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