MIRAR (VIDEO): Canibalismo ancestral: evidencia encontrada entre los primeros parientes de la humanidad de hace 1,45 millones de años
Investigadores del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian han desenterrado un descubrimiento escalofriante: la evidencia definitiva más antigua de que parientes humanos se matan y probablemente se comen entre sí. El descubrimiento se produce en forma de una tibia de 1,45 millones de años de antigüedad de un pariente del Homo sapiens, encontrada en el norte de Kenia.
Las marcas de corte en una tibia de 1,45 millones de años sugieren que se utilizaron herramientas de piedra para abrir la pierna y recolectar su carne.
El análisis de la tibia fosilizada reveló nueve marcas de corte distintas consistentes con daños infligidos por herramientas de piedra. Estas marcas estaban ubicadas donde el músculo de la pantorrilla se habría unido al hueso, lo que sugiere un intento deliberado de extraer carne para el consumo. Además, todos los cortes estaban orientados en la misma dirección, lo que implica que se realizaron con una única herramienta de piedra en rápida sucesión.
Tres huesos de animales fosilizados de la misma región y horizonte temporal que la tibia analizada recientemente muestran marcas de carnicería similares.
Si bien las marcas de corte apuntan hacia el canibalismo, la naturaleza exacta del acto aún no está clara. El hueso fosilizado no puede asignarse definitivamente a una especie de homínido específica, un grupo que incluye a los humanos modernos y extintos, así como a nuestros parientes cercanos. Esta ambigüedad deja abierta la posibilidad de que una especie de homínido consumiera otra especie relacionada pero distinta.
Esta espinilla recién descubierta es el candidato más fuerte para ser el primer caso confirmado de homínidos que se comen entre sí. Sin embargo, un cráneo de Homo habilis o Australopithecus de Sudáfrica de aproximadamente 2 millones de años de antigüedad también se ha discutido como un ejemplo potencial de canibalismo temprano. Estudios recientes de las marcas del cráneo sugieren que pueden deberse a procesos naturales más que a una carnicería.
Un modelo 3D de las incisiones en la tibia ayudó a los científicos a identificarlas como marcas de corte hechas con herramientas de piedra.
La autora principal del estudio, la paleoantropóloga del Smithsonian Briana Pobiner, se topó con este descubrimiento mientras examinaba huesos en el Museo Nacional de Nairobi en Kenia. Inicialmente buscaba marcas de mordeduras de depredadores en huesos fosilizados, pero en lugar de eso notó estas distintivas marcas de corte.
Pobiner cree que las marcas de corte probablemente indiquen que la pierna del homínido fue masacrada para comer, no como parte de un ritual. Esta conclusión se basa en la ubicación y orientación de los cortes, que se alinean con las prácticas observadas en el procesamiento de huesos de animales para el consumo.
La tibia fosilizada tiene nueve marcas de cortes infligidos con herramientas de piedra donde un músculo de la pantorrilla se habría adherido al hueso.
Los investigadores también identificaron dos marcas de mordeduras en el hueso, probablemente dejadas por un gato grande, posiblemente un gato con dientes de sable nativo de la región en ese momento. La presencia de estas marcas de mordeduras junto a las marcas de corte dificulta determinar la secuencia de los acontecimientos. Los homínidos podrían haber hurgado en los restos después de que un gran felino fuera asesinado, o podrían haberse apoderado del cadáver después de que un gran felino se viera obligado a abandonar a su presa.
Pobiner destaca la importancia de revisar las colecciones de los museos. Este descubrimiento resalta el potencial de revelaciones innovadoras al reexaminar los fósiles existentes con nuevas perspectivas y técnicas.
Este estudio subraya el valor de combinar las colecciones de los museos con técnicas analíticas avanzadas, que podrían descubrir nuevos conocimientos a partir de especímenes bien estudiados. Pobiner espera que investigaciones futuras arrojen luz sobre hallazgos similares, como las controvertidas marcas en un cráneo sudafricano, enriqueciendo aún más nuestra comprensión del comportamiento y la ecología de los primeros homínidos.
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